1º de enero de 1945. Bodenplatte, El crepúsculo de la Luftwaffe

 


A principios de octubre de 1944, luego del fracaso aliado de la Operación Market Garden, el frente occidental en Europa, se encontraba relativamente estable. 

La 82ª Aerotransportada se lanza en septiembre del 44 sobre Grave, Países Bajos, en el marco de la fallida Operación Market Garden.

Esta situación se mantuvo sin grandes cambios hasta el 16 de diciembre de ese mismo año, cuando a las 5:30 de la mañana, los alemanes, con una descarga masiva de artillería, comenzaron la ofensiva de lo que se conocería como la Batalla de las Ardenas. Esta ofensiva, mal planificada desde el inicio, tomó por sorpresa a los aliados, pero para el 19 de diciembre comenzó a empantanarse y perder impulso.

Un Sherman Firefly británico resguarda un puente sobre el Río Mosa, con el fin de detener el avance alemán.

Durante los primeros días del avance alemán, el mal tiempo les acompaño, impidiendo a la aviación aliada entrar masivamente en acción. A su vez, los altos mandos de la Luftwaffe habían planificado una operación de apoyo masivo, cerca de 2000 aviones, que tampoco pudo llevarse a cabo por el mal tiempo. Sus cazas, de forma limitada apoyaron el avance de los carros enfrentándose en algunas oportunidades, con los aparatos de la 9ª Fuerza Aérea y la 2º Fuerza Aérea Táctica. Durante el lapso que va del 17 al 27 de diciembre, la Luftwaffe sufrió la pérdida de 644 cazas, más 227 dañados, perdiendo asimismo muchos pilotos en estas acciones. Todas estas eran bajas que los alemanes no podían permitirse, y que no podían reemplazar de ningún modo.
Personal de tierra de la 9ª Fuerza Aérea intenta calentar el motor de un P 38, mientras un armero verifica el funcionamiento de las armas. Tal era el entorno en que se combatió durante esta batalla.

La batalla ya estaba perdida, sin embargo, y yendo en contra del consejo de sus generales Adolf Hitler decidió mantener el esfuerzo ofensivo. Dentro de ese esfuerzo, estaba lanzar esa gran ofensiva aérea para arrebatarles el control del aire a los aliados. Se decidió el ataque, para el 1 de enero de 1945, con la esperanza de encontrar a los aliados, un tanto borrachos por las festividades.
En las primeras horas de la madrugada del 1 de enero de 1945, los Arado Ar-234 B2 del III/KG 76 recibieron la orden directa de realizar vuelos de reconocimiento sobre el sur de los Países bajos y Bélgica. Fue la primera operación nocturna llevada a cabo por aviones jets de la historia 

Finalmente, esa mañana, a las 9:30,  la Luftwaffe lanzó su Unternehmen Bodenplatte, un ataque aéreo masivo sorpresa a baja altura, llevado a cabo por una fuerza compuesta de 850 cazas (Muy lejos de los 2000 originales pensados para el 16 de diciembre), en su mayoría por Fw 190 y Bf 109, aunque también había un puñado de los nuevos Me 262 y otros aparatos.

Cazas Fw 190 A8 del Jagdgeschwader 11 atacan el aeródromo cercano a  Asch, Bélgica
El objetivo era recuperar el dominio del aire destruyendo la mayor cantidad posible de aviones aliados en tierra, junto con las tiendas, los suministros de combustible y la infraestructura del aeródromo. Todas las unidades de cazas y cazabombarderos de la Luftwaffe a lo largo del frente occidental participaron, junto con las unidades de cazas nocturnos redesplegadas para la operación, con los Junkers Ju 88 actuando como exploradores. El secreto era tan estricto que no todas las fuerzas terrestres alemanas habían sido informadas de la operación y algunas formaciones de la Luftwaffe sufrieron bajas a causa de sus propias "antiaéreas". La inteligencia británica ('Ultra') había rastreado el movimiento y la acumulación de las fuerzas de la Luftwaffe, pero no se había dado cuenta de que la operación era inminente y así se logró la sorpresa.
El Bf 109 G 14 del Gefreiter ( Cabo) Alfred Michel de 22 años (en la imagen a la izquierda, con la frente vendada) obligado a aterrizar debido a la acción de la defensa antiaérea. Esta era su primer misión, y fue además la última.

La acción iba dirigida contra 17 aeródromos aliados en Bélgica, los Países Bajos y Francia.

Si bien en algunos casos los alemanes lograron sus objetivos de destrucción de la aviación aliada en tierra, en otros, las pérdidas de aviones aliados fueron similares o menores que las de sus atacantes germanos, con el agravante de perder a sus pilotos durante el ataque, mientras que no sucedió lo mismo con los aliados.

Spitfire Mk IX del Ala polaca Nº131, víctima del ataque alemán

Varios cazabombarderos P 47 destruidos en Metz, Francia

Un par de ejemplos ilustrarán como se desarrolló la acción.

Uno de los aeródromos aliados que fue atacado por aire esa mañana fue el B-61 St Denijs Westrem, cerca de Gante, en Bélgica, base del Ala n.º 131 (polaca), que constaba de tres escuadrones, los 302, 308 y 317, compuestos por Spitfires Mk IX.

Esa mañana, 31 Spitfires de los tres escuadrones polacos habían despegado entre las 08:15 y las 08:30 en misiones de bombardeo contra varios objetivos alemanes. Entonces, cuando el aeródromo de St Denijs Westrem fue atacado por 36 Fw 190 del II./JG 1 a las 09:30, estos aviones no estaban en tierra. Los Fw 190 atacaron aviones, camiones, edificios y otras infraestructuras cruciales estacionados en un ataque devastador. Tres miembros del personal de tierra polacos, dos conductores y un mecánico de aviones, murieron, mientras que otros 18 resultaron heridos. Si bien esto fue trágico, el número de víctimas fue notablemente bajo. Se perdieron 18 Spitfires, un B-17 'Flying Fortress', un Short Stirling, cuatro Avro Ansons, destruidos en tierra.

Pero mientras los pilotos alemanes realizaban este ataque, los 31 Spitfires regresaron, y aunque bajos de combustible, se enzarzaron en una pelea de perros con los alemanes, una de las últimas a esta escala que se daría en Europa. Por esta acción los alemanes perdieron 17 Fw 190 contra dos Spitfires.

Otro ejemplo fue el ataque contra el aeródromo belga de Asch, los pilotos estadounidenses reaccionaron con suma rapidez, junto con su artillería antiaérea, por lo cual el ataque de 61 aviones germanos terminó en serio fracaso: fueron destruidos apenas cuatro aviones de la USAAF mientras los alemanes perdieron 28 aparatos y 24 pilotos, entre ellos el as Günther Specht.

En líneas generales, el ataque logró destruir numerosos aviones británicos y estadounidenses, pero fracasó en su objetivo final de causar la mayor cantidad posible de bajas entre los pilotos aliados. Al terminar el 1 de enero la Luftwaffe había empleado 850 aviones en Bodenplatte, siendo destruidos 280 aparatos y dañados otros 69, mientras que se perdieron 213 pilotos entre muertos y prisioneros, hasta ese entonces, la mayor cantidad de bajas entre pilotos alemanes de caza en un solo día. Además, muchos de los pilotos alemanes heridos que pudieron regresar a sus bases, no pudieron volver a combatir. Entre los pilotos caídos, se encontraban 3 Kommodore (Comandantes de Ala), 5 Kommandeure (Comandantes), 14 Staffelkapitäne ( Líderes de escuadrón) y unos 45 pilotos experimentados. Un porcentaje altísimo de personal irremplazable.

El Fw 190 D 9 de Josef Priller durante Bondenplatte, Uno de los experimentados ases que participó en la operación  y sobrevivió.
Los aliados, por otro lado, sufrieron la destrucción de 305 aviones en tierra y otros 190 fueron averiados, mientras que otros 25 aparatos se perdieron en combate contra los alemanes, pereciendo apenas 14 pilotos, lo cual resultaba una cantidad ínfima de bajas en comparación a las pérdidas germanas. Además, el sistema de rotación usado por la RAF y la USAAF aseguraba que los ases aliados pasaran pocos meses en el frente, volviendo luego a retaguardia para instruir a nuevos pilotos a diferencia de lo que sucedía con los alemanes, obligados a combatir en dos frentes y de manera casi continua, sin poder entrenar a nuevas camadas y, si bien acumulaban una gran cantidad de victorias, la posibilidad de perder a esos ases frente a fuerzas superiores también aumentaba las posibilidades de que perdieran la vida en combate.

Me 262 del I/ KG 51, asignados a la operación Bodenplatte
En definitiva, las pérdidas materiales aliadas, se reemplazarían en el lapso de una semana. las bajas fueron pocas entre el personal de la RAF y la USAAF, siendo en su mayoría, personal de tierra y no pilotos, mientras que como mencionamos, las pérdidas humanas alemanas casi el 40% de los pilotos participantes en la operación, no podían ser reemplazadas, y si bien, el ritmo de producción de aeronaves se mantendría hasta finales de la guerra, la falta de personal adiestrado y de combustible haría de los cazas alemanes, elementos absolutamente irrelevantes.

Esta Operación, como la Ofensiva de las Ardenas estaban mal planificadas, sobre bases absolutamente irreales, en ambos casos desembocaron en una pérdida de vidas y material irremplazables y que podrían haber sido aprovechados de otra forma teniendo en cuenta los inevitables enfrentamientos que ocurrirían en los próximos meses.



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